Ha llegado el momento de que los iberoamericanos pensemos el tema estratégico y geopolítico no en contraposición, sino desde una perspectiva continental, civilizatoria, entendiendo que los auténticos intereses estratégicos de nuestros pueblos son comunes a todos ellos.
La realidad es que nuestro continente está sitiado porque es una de las regiones más ricas en recursos naturales del planeta. Por eso las potencias atlánticas nos quieren dóciles y divididos, y porque aquí siempre han promovido golpes de Estado o han intentado inmiscuirse en nuestra política.
Tomemos la Selva Amazónica, por ejemplo, una región que Brasil comparte con Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela, básicamente. Es la región con mayor biodiversidad del planeta. Está lleno de recursos minerales y vegetales raros e inexistentes en otros continentes. No es por otra razón que la región está llena de ONG americanas y europeas que actúan, bajo la apariencia de ecologismo e indigenismo, pero con intereses depredadores. Lo mismo puede decirse de las constantes críticas de figuras como Macron o Biden a Brasil relacionadas a la Amazonía.
En el mismo sentido, podemos hablar del Acuífero Guaraní, la mayor cuenca hidrográfica de agua dulce del planeta, que Brasil comparte con Argentina, Uruguay y Paraguay. Es una enorme reserva de un recurso que tendera a ser uno de los más importantes en las próximas décadas, a medida que aumenta la escasez de agua potable en todo el mundo. El área, por supuesto, despierta mucho interés de varios países, así como de grandes corporaciones privadas como Coca-Cola y Nestlé, a pesar de que la Constitución brasileña, por el momento, no permite la privatización o concesión del agua.
De inmensa importancia también es el llamado Triángulo de Litio, compartido entre Argentina, Chile y Bolivia. Las reservas de litio en esta región, sumadas a las del Perú, corresponden a casi el 60% del litio del planeta. El litio, para quien no lo sepa, es uno de los elementos más estratégicos del mundo moderno, teniendo su principal uso en la producción de baterías. Para ser conscientes de la importancia estratégica de este recurso y de esta región, basta recordar que el famoso Elon Musk de Tesla no solo admitió, sino que se jactó de haber orquestado el golpe de Estado contra Evo Morales, presidente de Bolivia, en 2019.
No podíamos dejar de olvidar, por supuesto, los recursos petroleros tan centrales para los intereses del complejo militar-industrial estadounidense y el oligopolio petrolero. Venezuela es el país con la mayor reserva de petróleo del planeta, gran parte de ella concentrada en la Cuenca de Maracaibo, además de depósitos de arenas bituminosas en una cantidad equivalente a las reservas de petróleo planetarias en la Franja del Orinoco. Brasil, a su vez, tiene la llamada capa pre-sal, una capa geológica submarina con reservas potenciales de petróleo cuatro veces superiores a las actuales reservas brasileñas.
También es digno de mención Lagoa Real, el depósito de uranio más grande de América del Sur, ubicado en Brasil. De hecho, la reserva de uranio brasileña es la novena del planeta, con la siguiente observación: Hasta la fecha, Brasil solo ha explorado el 2% de sus reservas. Mientras tanto, las grandes y medianas potencias, en su mayor parte, ya han explotado entre el 20 y el 90% de sus reservas de uranio. Aquí también podemos mencionar a Perú, cuyas reservas de uranio están prácticamente intactas. ¿Qué pasará cuando se acabe el uranio del Primer Mundo?
Asimismo, pero sin agotar el tema, llegamos al continente helado, la Antártida. Todavía no hay una evaluación completa de los recursos naturales de la Antártida, pero se puede decir de una manera básicamente garantizada que el hielo de la Antártida corresponde al 90% del agua dulce del planeta. Dentro del alcance de la previsión, se habla en grandes cantidades de plata, cobre, oro, níquel, hierro, cobalto, zinc, titanio e incluso uranio. También existe la perspectiva de encontrar grandes cantidades de petróleo en la región. Ahora, considerando la ubicación de la Antártida en el hemisferio sur, y su conexión casi terrestre con Chile y Argentina, ¿por qué gran parte del continente está en manos del Reino Unido y Noruega?
Finalmente, con un rápido repaso de la inmensa riqueza de nuestro continente, sentimos una mezcla de asombro, orgullo y tristeza. Tanta riqueza desprotegida debería causarnos una gran preocupación, porque nuestros países simplemente no están en condiciones de defender este patrimonio natural. Nuestro continente está demasiado fragmentado y nuestros países son débiles y se guían, casi todos, por sátrapas globalistas.
Pero, si construimos una Patria Grande, ¿Quién podrá alzar las armas contra nosotros?
Fuente: MACHADO, Raphael. «Columna de Opinión Internacional (Brasil) del 27.01.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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