Recientemente fue el acto por el centenario del partido comunista chino. El discurso de su secretario general y presidente de la república popular, Xi Jinping, deja al descubierto los lineamientos de la nueva hegemonía oriental ante el mundo. Por empezar, que no es un mero hecho político surgido de un partido con apenas cien años de vida, sino que hunde sus raíces en 5000 años de civilización china. Bajo el lema del “Gran Rejuvenecimiento” buscan dejar atrás las sombras de la guerra del opio, el primer contacto chino con la globalización que dejara destruido y en estado cuasi feudal al país, para entrar a una era de regeneración dada por la modernización técnica y el socialismo nacional chino.
Esta visión se funda en una unidad de causa, proyecto, sueño y lucha; cuyos puntos fundamentales son:
1. Asimilar las experiencias y enseñanzas de los imperios históricos del pasado.
2. El rechazo a la falsa moralidad que quiere imponer la globalización –encarnada en el progresismo occidental, etapa última del capitalismo–, a cuyos agentes culturales designan en chino como Baizuo (término despectivo que significa “santurrones”).
3. La unidad indisoluble “Partido-Pueblo”: con 95 millones de miembros sobre 1400 millones de ciudadanos, el PCCh es la mayor maquinaria institucional que haya existido nunca.
4. Un ejército popular, moderno y fuerte, opuesto al occidental (de carácter voluntario y profesional), y cuyo más alto deber es la lealtad política.
5. La base innegociable de la soberanía nacional y la integridad territorial, no admitiéndose intentos de colonialismo ni secesión; y proponiendo una China bajo dos sistemas, que significa el autogobierno político-económico relativo en las zonas autónomas de Macao (ex colonia portuguesa), Hong Kong (ex colonia inglesa) y Taiwán (provincia independizada, pero que deberá volver en el futuro a la unión con China continental).
Este proyecto de rejuvenecimiento se lleva a cabo gracias a las capacidades dirigenciales del partido comunista: liderazgo firme, ser adaptable a los cambios de era, ser incorruptible (la pena de muerte es el castigo para los actos de corrupción en China), íntegro y competente. Sintetizado por Xi en la alegoría: “el buen herrero necesario para la buena obra” del renacer chino.
El que haya sido un discurso de no-agresión y de respeto al orden internacional demuestra que el statu quo actual representa una ventaja para China: a corto plazo vencerá por su pura potencia económica y por eso busca alejarse de todo choque e hipótesis de guerra fría. Su expansión no será a través del desembarco de marines orientales, sino por el comercio y la implantación de una nueva “ruta de la seda”.
Lo que ofrece al mundo es una política de “beneficios mutuos” en contraste a la lógica anglosionista de las negociaciones de “suma cero” (esto es, de que la ganancia está fija de antemano y para que un jugador gane, otro debe necesariamente perder; lo cual lleva a la famosa competencia salvaje del neoliberalismo actual).
Y se presenta China en el rol del moderado cuyos valores promocionados son la paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad, en oposición a todas las posiciones que intenten ser hegemónicas. Esto es, en velado lenguaje diplomático, opuesta a los EE. UU., único Hegemon actual en esta era de unipolaridad.
Finalmente, Xi amenaza a aquellos que busquen detener con agresiones la expansión “por las buenas” de la geopolítica y la economía oriental, diciendo que el pueblo chino será un muro de acero contra la opresión y la prepotencia del enemigo. Y que bajo un frente de unidad patriótica se movilizará a todos los hijos de China, en el hogar nativo y en el extranjero en pos de la realización de este rejuvenecimiento nacional.
Ya nos advertía Napoleón de “dejad dormir a China, porque cuando despierte el mundo entero temblará”. Su predicción no ha errado, el mundo reconoce los cataclismos del cambio de época; el dragón chino ha alzado vuelo…
Fuente: MAZZUCCO, Francisco. «Columna de Opinión Internacional (Argentina) del 07.07.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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