Todas las personas deben ser capaces de expresar sinceras insatisfacciones con su gobierno. Y podemos decir esto no sólo desde una perspectiva democrática, sino porque se debe considerar que es en el propio interés del Estado escuchar las quejas y demandas de las masas.
Las personas en diversas situaciones y contextos pueden ofrecer diferentes perspectivas sobre el mismo problema. Y todo estadista sabe que vivir rodeado de los burócratas de su propio gobierno, sin mecanismos de auditoria popular ni acceso directo a la opinión del pueblo, es una garantía de hundir a la clase gobernante en el solipsismo, paso preparatorio para la ruina de cualquier sistema.
Por supuesto, los cubanos tienen algo de qué quejarse. Tras el fin del apoyo soviético, Cuba tuvo que implementar una serie de reformas económicas para sobrevivir. El turismo se ha convertido en una de las principales fuentes de recursos del país, incluso más importante que las exportaciones de azúcar. Pero la crisis de la pandemia prácticamente ha cesado el turismo, perjudicando a gran parte del sector terciario de la isla, que en su mayoría está organizado de manera cooperativa o autónoma y ha contribuido a formar una "nueva clase media" cubana.
Al mismo tiempo, la importancia de las remesas de dinero de los cubanos en el extranjero (especialmente Miami) a sus familiares en la isla ha aumentado gradualmente las desigualdades sociales en Cuba.
Cabe decir que el principal responsable de los problemas económicos de Cuba es el largo e innecesario embargo de Estados Unidos, que causa pérdidas anuales de miles de millones a la isla.
Por lo tanto, es perfectamente natural que algunos cubanos expresen públicamente su descontento con la situación socioeconómica actual de su país y exijan medidas para resolver estos problemas.
El problema es que desde el momento en que los opositores se manifiestan con la bandera estadounidense ya demuestran que su posicionamiento es inauténtico, que no son más que los murmullos de una minoría de engañados.
No se trata de las personas arraigadas tratando de elegir y seguir un destino nacional, sino de un grupo de individuos hechizados por el American Way of Life, encantados por una falsa promesa de libre acceso a las comodidades materiales. Protestan porque no tienen acceso a botellas de Coca-Cola de 5 litros, triples BigMacs y los últimos gadgets innecesarios de moda.
Cuba se encuentra ahora en una encrucijada porque durante mucho tiempo ha sido víctima del dualismo de la Guerra Fría y hoy, ausente la URSS, pero aún bajo el control del embargo estadounidense, se ve obligada a construir su propio modelo, de manera autónoma, a partir de una inmensa desventaja técnica y material.
Cuba, hoy, debe elegir entre rendirse a la corriente hegemónica posliberal, de economía de libre mercado con progresismo cultural, o bien encontrar en su propio pasado, en la propia historia, en sus propias costumbres y tradiciones una nueva fórmula para construir una Cuba libre y justa, más allá del canto de la sirena liberal y del fracaso del comunismo.
Pero quienes liderarán este proceso ciertamente no serán los individuos débiles, apasionados por las cosas de este mundo, deseosos de la sociedad de consumo, que quieran americanizar su país y volver a convertirlo en un país de criminales, empresarios y políticos estadounidenses, como lo fue Cuba a principios del siglo XX hasta la victoria de la Revolución Cubana.
El futuro del pueblo cubano pertenece a otra juventud, una juventud que sabe que el liberalismo es un callejón sin esperanza, pero que intentar volver al comunismo no tiene sentido. Es una juventud que cree en el ejemplo de José Martì, Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara. Que ama su patria y ama ser cubano, y que no pretende cambiarla ni por el estilo de vida americano ni por un internacionalismo disolvente.
Corresponde a los pueblos iberoamericanos solidarizarse con Cuba, porque el destino de nuestra Iberoamérica debe ser perseguido por todos nuestros pueblos juntos.
Fuente: MACHADO, Raphael. «Columna de Opinión Internacional (Brasil) del 14.07.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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