Según Carl Schmitt, la esencia de lo político es la oposición amigo / enemigo, no podríamos dejar de encontrar una oposición fundamental en la geopolítica también. En este caso, la oposición Tierra / Mar, a la que el propio Schmitt dedicó innumerables páginas, pero cuya primera formulación se pierde en las brumas de la historia. Ya Cicerón, en su De Re Publica, hostigaba a las talasocracias de Cartago y Corinto por su propensión a la decadencia, asociada por él con una naturaleza "acuática" que se expresaba concretamente en sus respectivas estrategias de expansión colonial, mientras ensalzaba la virtud de la mayoría de los pueblos arraigados a la tierra.
Puede parecer que estamos tratando aquí con un tema extremadamente metafísico, quizás hasta con un delirio simbólico, pero el tema de la oposición Tierra / Mar es tan clásico que se vuelve universal entre los pensadores geopolíticos, independientemente de las orientaciones ideológicas. De hecho, fue posible encontrar correspondencias entre las diferentes formas clásicas de expresión de poder (terrestre / acuático) y algún tipo de carácter o psique de los pueblos.
En resumen, las civilizaciones de la Tierra, generalmente caracterizadas por la presencia de una capital y provincias en tierra continua, estarían delimitadas, a su vez, por un mayor sentido de continuidad, por distinciones y fronteras claras, por una mayor propensión al ascetismo y la guerra abierta. Las civilizaciones del mar, por su parte, generalmente organizadas en la relación entre metrópolis y colonias en el extranjero, serían propensas a la indiferenciación, con una relativización de conceptos y fronteras, con una tendencia psicológica hacia el individualismo, el utilitarismo y el comercio.
Por supuesto, aunque esta dualidad puede tener resonancias interesantes en la claridad con la que podemos percibirla en enemistades históricas como las de Roma y Cartago, Esparta y Atenas, Gran Bretaña y Alemania o Estados Unidos y Rusia, también nos enfrentamos a ejemplos históricos complejos, y quizás los más propensos a causar confusión son Portugal y España, que deberían ser de gran interés para nosotros como iberoamericanos.
Después de todo, los estados ibéricos construyeron grandes imperios coloniales en el extranjero, organizados de acuerdo con la lógica de las relaciones entre las metrópolis que ordenan y las colonias extractivas. ¿Eran, por lo tanto, imperios talasocráticos? ¿Portugal y España están demarcados por el simbolismo del mar? El problema es que desde una perspectiva espiritual, psicológica o sociológica, es decir, en el contexto de examinar el alma de un pueblo, parece evidente que Portugal y España están marcados por el simbolismo de la Tierra, eran imperios telurocráticos. ¿Cómo resolver esta contradicción que involucra el origen mismo de las patrias iberoamericanas?
El importante profesor brasileño André Martin afirma que Brasil tiene una naturaleza "anfibia", es decir, demarcada por una mezcla entre la Tierra y el Mar, y que esto debería determinar su geopolítica. Con el debido respeto, nos atrevemos a estar en desacuerdo. Esto nos parece un intento de escapar a la contradicción fundamental en lugar de resolverla. De hecho, Brasil tiene elementos vinculados a los dos simbolismos, pero esto es cierto para todos los pueblos, especialmente hoy en día.
La élite brasileña, concentrada en la costa, encarna los valores comerciales y cosmopolitas del Mar. Las masas brasileñas, más tierra adentro, encarnan los valores conservadores y arraigados de la Tierra. Este choque, en el que los intereses conservadores y colectivistas de una masa popular se enfrentan a los intereses liberales e individualistas de una élite cosmopolita, explican buena parte de los acontecimientos y fenómenos políticos en Brasil.
Ahora, ¿Cuál es la importancia de esto? Si, a pesar de sus élites, la naturaleza de Brasil es telurocrática, entonces su geopolítica debe estar dirigida hacia la interiorización continental, hacia el encuentro civilizatorio con sus vecinos, y no a través de la búsqueda de socios comerciales en el extranjero.
Brasil, que se ha alejado de nuestros hermanos iberoamericanos y se ha acercado más al Atlántico, debe encontrar su camino a casa.
Fuente: MACHADO, Raphael. «Columna de Opinión Internacional (Brasil) del 15.07.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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