En los últimos días, Brasil ha cruzado el umbral de las 100.000 muertes por la pandemia de coronavirus. Solo es superado por Estados Unidos, con 170.000 muertos. Con 8 mil brasileños muriendo por semana, deberíamos llegar a 200 mil muertos para fin de año. Teniendo en cuenta el papel que jugó el presidente brasileño Jair Bolsonaro para agravar la situación, al promover el caos y aprovechar la oportunidad para antagonizar a los gobernadores estatales, uno esperaría que su popularidad se desplomara. Pero esto no está sucediendo. ¿Por qué?
De hecho, en los primeros meses de la pandemia, la popularidad de Bolsonaro empezó a decaer, hasta que en los últimos 2 meses eso empezó a cambiar. Los analistas políticos superficiales lo atribuyen simplemente a la ayuda de emergencia, el beneficio de 600 reales (aproximadamente, 110 dólares) equivalente al 60% del salario mínimo, entregado por el gobierno a los trabajadores independientes y a los que perdieron su empleo debido a la pandemia.
El apoyo financiero brindado por Bolsonaro, en contra de su voluntad, a los perjudicados por la situación sui generis en la que se encuentra el planeta, ciertamente tuvo su papel en el cambio de opinión, al fin y al cabo evitó que millones de brasileños cayeran en la miseria, pero el beneficio comenzó a pagarse meses antes del cambio de opinión y hubo tantos problemas técnicos que, por sí solo, no puede explicar la creciente popularidad del presidente luego de meses de lento pero constante declive.
El problema es más simple de entender, pero mucho peor de resolver: el pueblo brasileño no ve alternativa a Bolsonaro.
Es así de simple. El pueblo brasileño no eligió a Bolsonaro para su programa, y está en desacuerdo con él en prácticamente todo lo que hace y dice, pero no confía en ninguno de los nombres que componen la oposición.
Tras la victoria electoral de Bolsonaro, algunos sectores de la izquierda probaron la autocrítica, lo que ya los hace mejores que los burócratas y académicos del Partido de los Trabajadores que insistían en el carácter perfecto, incorrupto y mesiánico de Lula. En estos intentos de autocrítica, estos sectores esbozaron una crítica a lo que llamaron “identitarismo”, y que llamaremos liberalismo posmoderno, progresismo cultural o simplemente dictadura de lo políticamente correcto.
Era tarde, pero más vale tarde que nunca. El problema es que estos bocetos de autocrítica, además de llegar tarde, no llegaban lejos y no convencían a nadie. Nadie de la izquierda hizo una crítica sustancial a las pautas del liberalismo posmoderno, solo se criticó la presencia de estos elementos en las narrativas electorales. Lo que estaba implícito es que no se debe hablar de aborto irrestricto, castración de hombres y abolición de cárceles en el período electoral (como hicieron algunas figuras, de hecho), sino esperar la victoria para implementar toda la constelación de proyectos importados de las ONG de George Soros, sin fanfarrias, sobre un pueblo visto como ignorante, reaccionario, bárbaro, inferior.
Ahora estamos en la era de Internet. Engañar a las masas hoy en día exige un poco más de astucia que hace unas décadas. Hoy en día, cualquier troll de Internet resucita videos de más de 30 años para "desafiar" a las figuras públicas actuales. Se necesitaba más sinceridad al criticar el progresismo cultural.
No pasó mucho tiempo y la izquierda volvió al modus operandi habitual, o peor aún. Recuerde: el afán neurótico por derribar estatuas de héroes nacionales llegó a nuestro país en medio de una pandemia hace dos meses, y provocó la indignación generalizada. Mientras tanto, figuras políticas de una izquierda que se hace pasar por “nacional” decidieron que apelar a la comunidad travesti era más importante que apelar al trabajador común y conservador.
En definitiva, esta oposición educada en Harvard y la Sorbona, que se hace pasar por trabajadora y patriota, pero que simplemente no se identifica con el pueblo en un sentido concreto, real, ha fracasado.
Y Bolsonaro avanza hacia la reelección. Con o sin cientos de miles de muertos.
Fuente: MACHADO, Raphael. «Columna de Opinión Internacional (Brasil) del 19.08.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
Comments