Hemos sido testigos de los serios fracasos de la aplicación práctica de los principios de la doctrina liberal, y en especial la liberal-libertaria que busca supuestamente la reducción de la intervención estatal al mínimo, frente a la contingencia del Covid-19 que se ha encargado de evanescer casi todos sus clichés y lugares comunes, dejando evidencia que un liberalismo “químicamente puro” como el que esperan implementar los acólitos de la Escuela Austriaca de Mises y Hayek, en la práctica es inviable.
Los seguidores de la llamada Escuela Austriaca son el mejor ejemplo de liberalismo de tipo dogmático, que no acepta ningún tipo de “desviación estatista” de sus principios. Donde los Chicago Boys proponen la autonomía del Banco Central y los Keynesianos proponen intervenciones correctivas a los ciclos de mercado para evitar sus efectos más dañinos, los “austriacos” proponen la abolición total del Banco Central y se declaran acérrimos enemigos de cualquier intervención estatal por muy necesaria que esta sea. Como diría el recientemente fallecido Mario Bunge:
“Hayek combatió el socialismo y el intervencionismo estatal en todas sus formas. Los combatió en nombre de la libertad, sin interesarse por la justicia social (…) nunca le conmovió la tragedia de la pobreza (…) Supongo que la indiferencia de Hayek(y de sus discípulos los “austriacos”, - comentario mío-) por los problemas sociales se debía a que vivía en su biblioteca y solo leía libros y artículos de colegas, nunca las estadísticas ni, menos aún, la crónica diaria de la pobreza. Nunca estuvo al frente de una empresa que no fuese académica.”
Enfoquémonos un momento en los supuestos seguidores de Hayek: este grupo de predicadores que varían desde gente del mundo académico (Jesús Huerta de Soto) hasta figuras farandulescas (Gloria Álvarez y Javier Milei), sin mencionar el ejército de púberes y mocosos de internet que creen ser provocadores al darles apoyo en sus nefastas posturas.
En breves palabras, para estas personas, cualquier intervención del estado es “socialismo empobrecedor”, cualquier derechista moderado es un “zurdo”, y la recaudación tributaria es poco menos que un “robo a mano armada” y “máxima expresión de comunismo”. Da lo mismo a estas personas si se trata de Lord Keynes, Stalin, o Hitler, todo son lo mismo para ellos. Estos son solo algunos botones de muestra de la distorsionada percepción que manifiestan por medio de un discurso igualmente torcido, demagógico y prepotente (no olvidemos los rebuznos de Milei).
¿Qué pensarán estos esperpentos del hecho de que Corea del Norte no impone carga tributaria a sus ciudadanos, y que precisamente son las naciones capitalistas como Suecia y Finlandia las que imponen mayores impuestos a sus ciudadanos?
Lo cierto es que el Estado si interviene constantemente en la economía, y especialmente bajo gobiernos liberales o de “derechas”, ya sea para corregir efectos indeseables en los mercados (incluso en sociedades eminentemente capitalistas como Estados Unidos, el gobierno federal ha intervenido para salvarle el pescuezo a determinadas empresas), ya sea para beneficiar monopolios, o para destinar grandes recursos en el Ejército y las policías (instituciones muy idolatradas por los liberales).
La contingencia del COVID-19 ha sido como un ladrillazo que ha venido a destruir los delirios de los liberales, en especial sus dos pilares fundamentales. La primacía del interés individual y la no intervención del Estado.
El problema subyace en que los liberales niegan cualquier metodología que involucre algún interés colectivo que no sea de tipo contractual, han desarrollado una metodología desde un individualismo que tiene su origen en la filosofía occidental a partir del subjetivismo cartesiano (pienso luego existo) y el protestantismo (creo y me salvo).
Un cuento totalmente distinto es de los países asiáticos. Naciones que bajo su cultura histórica han desarrollado en algunos casos un estilo de vida de tipo gregario o “socialista”, aborreciendo del extremo individualismo o el raciocinio de "sálvese quien pueda".
En efecto, los países que mostraron mayor eficiencia frente a la pandemia, independiente de su forma de gobierno y sistema económico, fueron los asiáticos. Encontramos variados Estados como: China, Singapur, Corea del sur, Vietnam, Laos, Corea del Norte, etc. Dichos países han tenido una loable respuesta contra el Virus, empujada por su forma ver el bienestar de la sociedad como la prioridad más importante, más que sus propios intereses como individuos.
Todo lo opuesto ha ocurrido en Occidente, donde la cultura dominante del individualismo ha transformado esta emergencia en una guerra sin cuartel por la sobrevivencia. Mientras los que padezcan sean los pobres, sean las capas bajas de la sociedad, sean aquellos a los que no les alcanza para hacer un test, comprar medicamentos o poder quedarse en cuarentena por la imperiosa necesidad de producir, a los privilegiados que ostentan los dominios del poder, les da igual, olvidando que su situación de privilegio, que solo puede existir gracias a una sociedad que produce, a los pobres que infamemente deben ofrecer su vida para que estos parásitos, puedan comer.
En cuanto a la intervención del Estado en la economía y otras esferas de la vida social, sobra decir cuánto ha urgido ésta en nuestro país, donde los propios alcaldes y autoridades políticas, los mismos ladrones que se han llenado la boca hablando del hambre del socialismo y sus muertos, están pidiendo a gritos la intervención de un Estado que ha optado por lavarse las manos en la filosofía del laissez faire, y cuya prioridad, así como la de la oligarquía que representa, siguen siendo los números macroeconómicos antes que la vida de las personas.
Por otro lado, los países asiáticos mencionados anteriormente son aquellos en los que la autoridad estatal ha aplicado medidas drásticas y concretas de intervención, ya sean estos países socialistas como China y Corea del Norte, o capitalistas como Rusia y Singapur, todos iliberales no obstante.
Finalmente, en relación con lo anterior, haré un breve bosquejo de crítica al liberalismo libertario o de corte hayekiano desde las tres teorías políticas históricas y una propuesta de superación desde la Cuarta Teoría Política:
Desde la tercera teoría política (nacionalismo) es obvio que el sistema liberal no ha ofrecido ninguna solución a la contingencia sanitaria, toda vez que la política de economía abierta, la libre circulación de personas y bienes, la tendencia a la globalización, riñen con adopción de medidas drásticas de contención, cierre y aislamiento, necesarios para evitar mayores contagios. Así como el exacerbado individualismo hace fútil toda iniciativa de disciplina comunitaria, autocuidado, consideración por el bien común.
Desde la segunda teoría (socialismo), el liberalismo es considerado como la ideología de la burguesía, de los explotadores, mientras que su expresión económica el capitalismo laissez faire es el sistema que explota y oprime a la clase obrera. Esto se refleja en la lucha de clases, que en el caso de la contingencia sanitaria se ha traducido en que la clase alta puede acceder a mejores tratamientos, métodos preventivos y pasar un periodo de cuarentena más grato en la comodidad de sus condominios, mansiones y parcelas, mientras que el pueblo trabajador debe resignarse al hacinamiento o a la exposición callejera toda vez que muchos siguen obligados a trabajar presencialmente.
Desde la propia primera teoría (liberalismo), el liberalismo libertario o hayekiano (junto con otras variantes similares) se ha traducido en una traición a los valores originales propuestos por la doctrina liberal: vale decir libertad, igualdad, democracia. Esto en todo ámbito de cosas, pero en particular con el brote de la pandemia se ha hecho claro que el actual sistema chileno es antidemocrático ya que el pueblo no es prácticamente soberano sino que está a merced de los intereses de una oligarquía empresarial, es un sistema anti-igualitario donde las leyes, y las medidas de Estado protegen los intereses y privilegios de unos pocos por encima de otros, y finalmente es un sistema que atenta contra la libertad, ya que somete la voluntad de los hombres y la mujeres al mero arbitrio de los poderosos.
Desde la Cuarta Teoría Política, y el nacionalismo de la Praxis queremos proponer una visión distinta de la contingencia, partiendo por señalar la absoluta necesidad que haya intervención de la autoridad estatal, lo que en primer término debe y debió haberse traducido en una mayor inversión pública al desarrollo de la Técnica y las Ciencias, con un claro enfoque en el servicio hacia la sociedad. Esto no se reduce a la mera posibilidad de generar una vacuna para el coronavirus o un tratamiento efectivo, sino que podamos contar con un enfoque científico multidisciplinario al momento de tomar medidas como las cuarentenas, los cordones y aduanas sanitarias, etc. En otras palabras, promover que se aplique criterios auténticamente “tecnocráticos” (en su sentido original de “gobierno de los expertos”) y no criterios arbitrarios o implementados en consideración a intereses de tipo económico-empresarial. Recogemos de la tercera teoría la necesidad de implementar un cierre y restricción a la circulación de personas y mercancías, y hacemos el énfasis en una economía soberana capaz de sobrellevar crisis de tipo global. De la segunda teoría recogemos el diagnóstico de que mientras las oligarquías y la alta burguesía sigan usando al Estado como gendarme de sus intereses, nada de lo anterior podrá ser implementado. Por ello importa una estrategia revolucionaria en la que nos hacemos eco del malestar de las masas populares que están sufriendo las consecuencias de la pandemia, proponemos un estado popular que atienda sus necesidades y que solo será conquistado por medio de la guerra de clases. Y de la primera teoría reivindicamos la auténtica lucha por la democracia (que el pueblo, que la nación sea soberana), por la igualdad en valía, deberes y derechos de los ciudadanos y ciudadanas, y por la auténtica libertad del Ser.
Si algo nos ha enseñado esta crisis, es que no hay muro infranqueable que la voluntad humana no pueda superar, ni sistema que tenga pies de plomo. Los reaccionarios son tigres de papel.
Fuente: SALAZAR, Carlos. «Columna de Opinión Internacional (Chile) del 27.05.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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