El plebiscito constitucional del 25 de octubre de 2020 fue uno de los más importantes de la historia nacional chilena (estuvo al nivel del sufragio que terminó con el mandato del Pinochet, tomando en consideración, que es primera vez que el pueblo vota por derogar una Constitución), y a la vez, es un referéndum donde se corroboró una de las victorias más demoledoras que se hayan registrado, toda vez que el Apruebo (nueva constitución) obtuvo un 78,27% de los votos, y la Convención Constitucional un 79,2%, por sobre el rechazo (21,73%) y Convención mixta (21,01%).
No importaron las campañas del terror y la desinformación (del tipo Chilezuela, o de los reptilianos de la ONU dirigiendo desde el fondo de la tierra la revolución en el país, con Soros financiando supuestas guerrillas urbanas disipadas), ni las tristes convocatorias endogámicas del rechazo en el sector oriente de Santiago, ni las quemas de iglesias que aparentemente restarían apoyo al Apruebo, así como tampoco, los inútiles llamados a no votar y anular (inventando más teorías derrotistas y de idealismo infantil), ya que el pueblo concurrió en masividad a ejercer su derecho de sufragio, demostrando una voluntad cultural y colectiva que busca transformaciones totales, profundas y no meras reformas.
Lo sabíamos; los pueblos no son masas inertes a las cuales simplemente se les dirige o manipula (como creen los idealistas), tampoco son las ideas las que mueven al mundo, sino las tangibles necesidades reales de la clase popular, que se ha visto pisoteada a un nivel grosero, por la imposición del modelo que favorece a pocas cúpulas, en desmedro de toda la comunidad de compatriotas. Este conocimiento de la realidad, nos lleva a conocer los sentires y expresiones prácticas de nuestro pueblo.
Dentro de la región metropolitana, el rechazo solo ganó en Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, es decir, comunas donde habitan los más privilegiados de la sociedad (Y probablemente de todo Chile), ¿Pero qué significa aquello? inmediatamente podemos pensar que la gran mayoría de los habitantes de esas comunas, reside con posición de tranquilidad dentro del modelo, no vivenciando en absoluto la realidad del resto del país, o haciendo vista gorda sobre lo que pasan sufridamente otros compatriotas (la mayoría de quienes pisan este suelo), asegurando con absoluta conciencia los propios intereses de su clase, en detrimento de toda la patria. Sin duda es así, pero aquí evidenciamos problemáticas más contundentes y que son resultado de las brutales contradicciones materiales históricas entre la clase popular y la oligarquía, la que por décadas -con nepotismo incluso- ha dirigido los cauces por donde la nación se abre curso. El estudio histórico de las clases sociales -y sus extremas diferencias- nos facilita comprender con alarmante claridad lo acontecido.
De igual forma, comprobamos que la contradicción de clases es un hecho evidente, tangible, imposible de solucionar por vía de acuerdos o consensos, pues estamos en un punto donde éstas diferencias radicales de intereses económicos sectoriales, solo se resuelven por medio del enfrentamiento directo. No es un invento marxista, sino una comprensión social-científica de la realidad. Todo el que proponga una sociedad interclasista cooperativista donde coexistan explotadores o explotados, unidos bajo alguna especie de timo reaccionario como el sentimentalismo de la sangre, la chilenidad cultural, o la religión común, está mintiendo. Ni hablar de quienes pretenderán negar el fenómeno de la explotación, o la confrontación latente entre clases sociales, pues trabajan directamente para los explotadores de la patria.
¿Y quiénes conforman el pueblo de Chile?
Los trabajadores, aquellos que solo poseen su fuerza de trabajo para sobrevivir, los pequeños propietarios, los pymes que no producen excedentes como para crecer y competir con los grandes capitalistas depredadores de la patria, los campesinos, los estudiantes, censantes, los endeudados, todos (as) los hijos de la clase popular que han debido enfrentarse contra la injustica de un modelo funesto. Es la clase popular el baluarte de la patria auténtica, que debe unificarse (como lo hizo el 25 de octubre para sufragar) pero también políticamente, con motivo de erradicar a la oligarquía histórica de la dirección político-económica del país, y así construir un modelo acorde a nuestras necesidades y nuestra cultura, asegurando una vida en plenitud. Por lo mismo, es esencial que el pueblo en general tenga una conciencia de sí mismo, ya que los explotadores la tienen.
Muchas fuerzas políticas en auge, independientes, -y también del viejo partidismo burgués- buscarán dirigir el proceso, controlarlo, sea para transformarlo, reformarlo, o mantenerlo. Sepamos primeramente identificar a la reacción del rechazo, que intentó boicotear el voto soberano popular, y también a los miserables que por torpeza, infantilismo o malas intenciones serviles a la oligarquía, buscaron anular el voto a abstenerse del plebiscito, con el fin de mantener el sistema de usura. Esos grupúsculos llevan consigo el hedor de la traición y la mentira, así que sepamos identificarlos y sacarlos con fuerza del porvenir constituyente.
De ahí que resulta cierto, que el camino está repleto de trampas, pero también de atajos que favorecen la voluntad popular (transformaciones totales); pues otro hecho favorable y esculpido desde el estallido, es la re-politización del pueblo ciudadano (que comienza a hacerse cargo de la política), no solo criticando, sino actuando, desechando la vieja maña neoliberal individualista del "no estoy ni ahí".
El derrotismo estéril -disfrazado de escepticismo- debe ser combatido, junto a otros males como la cobardía y la ignorancia idealista, pues conducen a la inacción, en vez de la planificación, la organización, sabiendo operar incluso dentro de reglamentos elaborados del enemigo. Acá es donde los idealistas, -con desconocimiento absoluto de que la lucha histórica de los pueblos se desenvuelve constantemente-, conciben los acontecimientos sociales como una cuestión momentánea del azar, sin entender contradicciones históricas, oposición de intereses entre grupos sociales divergentes, o la realidad política de la contingencia.
Por ejemplo; sabemos que el estallido social de 2019, fue una respuesta espontánea de violencia generalizada, ante una casta política partidocrática deslegitimada y un sistema opresivo. No fue la revolución final, ni una maquinación conspirativa, ni menos una "revolución fallida", sino una revuelta espontánea y predecible, de muchas que pueden seguir ocurriendo, dadas las enormes contradicciones sociales internas, debido a que la inmutabilidad no existe y las transformaciones materiales son permanentes.
Recordemos algunas cosas:
Por ahora en Chile, no existe una fuerza política con capacidad de aglutinar a toda la clase popular -o su mayoría- en un destacamento organizado de lucha por el poder político, toda vez que la conciencia de clase (sentido de pertenencia a una colectividad respecto de necesidades materiales comunes), comienza a re-proyectarse nuevamente, tras un modelo que promovió por décadas el individualismo.
Por esto mismo, y volviendo al punto del derrotismo estéril y el idealismo infantil, sería absurdo caer en especulaciones inútiles, considerando al estallido como "revolución fallida" o al plebiscito como "tongo", puesto que son meros resultados de un trayecto histórico que sigue en curso, son un paso procesal (nunca un final definitivo), por el que los que estamos con el pueblo, corresponde saber accionar.
Y poniéndonos en la situación especulativa más "grave", donde efectivamente la casta política y los intereses clasistas privilegiados de siempre logren imponerse para conseguir que se redacte una Constitución ajena a los deseos culturales de transformaciones profundas, o incluso se boicotease una nueva Constitución, nada acabaría, por el contrario; las contradicciones seguirían en agudización, estallando con más regularidad. Porque ya sabemos que los pueblos, y las colectividades no son masas inertes, sino que se transforman, se movilizan, se oponen, y así surgen las revueltas frente a un ordenamiento vertical considerado ilegítimo, cuyo poder se debilita en la medida que pierde apoyo popular.
Mientras no exista la vanguardia proletaria auténtica (no consideremos aquí a los clásicos partidos burgueses pro-parlamentarios), con capacidad de dirigir el trayecto de la clase popular chilena, la contradicción se resolverá por medio de estallidos sociales más reiterados, con escaladas de violencia descontroladas. La misión nuestra, es trabajar para contribuir a la conformación de ese destacamento organizado de lucha popular y patriótico, porque la patria recuperada, será la patria de los/as libres, la patria que construye el pueblo, sobre tierra dignificada y sin la existencia de parásitos explotadores.
En las oscuridades húmedas, surge el ambiente para aparezcan criaturas viscosas, horrorosas, arrastradas, pero la luz, el oxígeno y la escoba eliminan en poco tiempo, aquel espectáculo del bajo mundo. De igual forma, el neoliberalismo fagocita el ambiente para que las alimañas corruptas y los explotadores succionen la vitalidad del pueblo, siendo este último, el oxígeno, la luz y la escoba con poder para erradicar la inmundicia.
Fuente: BOZZO, Luis. «Columna de Opinión Internacional (Chile) del 28.10.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
CCLN/Sección III.C4 - Prensa y Relaciones Públicas
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